Sanando a Mi Bruja

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Las brujas eran “feas, tenían verrugas en la nariz y volaban en escoba”. Mi primera interacción con lo más parecido al concepto de “bruja” sucedió en el año 2000 cuando mi hermana mayor me suscribió a la Revista Tú. En este tiempo coleccionaba cada ejemplar físico en mi clóset, recorta los hechizos y sentía mucha curiosidad por hacerlos realidad. Estaba muy interesada por una serie del año 2003 qué se llamaba "Buffy the Vampire Slayer" y ahí comenzó lo más “dark” u oscuro de sentirme bruja sin saberlo. Comencé a realizar hechizos y encender velas con una amiga vecina. Me llamaba la atención la parte esotérica del mundo, la parte prohibida, la qué todos decían “uy”, a mi me gustaba, me causaba adrenalina. ¡Tan solo tenía 11 años! A pesar de qué me gustaba “hellow kitty” y siempre fui una niña con la otra polaridad de ser “hija de maría”, ir a catequesis y cantar en el coro de la iglesia, no sentía tal temor del qué hablaba todo el mundo cuando se refería a Dios. 

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Sentía dentro de mí, qué debía haber algo más. Algo qué no me estaba juzgando porque cuando no se lo contaba a nadie, pensaba de esa manera y experimentaba todo aquello qué te conté. Llegaron mis años de universidad y comenzaron a llegar personas qué leían tarot, qué me acercaban a otras culturas y decidí irme de intercambio a España. Con ese “feeling” claro de que yo me sentía “bruja” sin entender qué era aquello, que las mesas espiritistas eran la orden de mis días y qué los libros de oraciones servían para poder lograr conciliar el sueño. Si algo tenía claro, es que andaba completamente “perdida” tratando de encontrar respuestas. ¡Nada de eso ha cambiado mucho, solo que hoy hay conciencia, discernimiento y amor propio desarrollado para sentir claramente cuando el camino es rocoso y doloroso! Algo “extraño” nos sucede cuando somos “doncellas” que la ingenuidad parece un mosquito que nos pica a todas. 

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Sucedió, comenzó el juicio de la religión a caer sobre mis espaldas, comencé a atraer entonces todo lo más oscuro y sombrío de mi. Se veía reflejado en las amistades que tenía, en las parejas que elegía.  Lo dejé salir, pensé qué no viviría para contarlo, pedí ayuda y logré salir de 1,000 metros bajo la tierra. Pude percibir siempre que algo superior me cuidaba y así fue. Aquí estoy, contándote qué en el 2016 me enteré qué estaba embarazada y el año 2017 fue el más feliz de toda esta existencia. Me llegué a sentir bruja, hechicera, maga, que podía y tenía el poder más impresionante del mundo, “parir’. Me sentía además, cambiante - flexible - amorosa - liviana - intensa - misteriosa - profunda - conflictiva - perceptiva - apasionada - peleadora - conciliadora - impaciente - rígida- tolerante - solitaria - agotada - maternal - empática - bruja - nostálgica - oscura - luminosa - exigente- estructurada - poderosa - inestable - intuitiva. Descubrí que para ser una Bruja debía reconocerse y reconocer a mis hermanas, esas que seguirán llegando y también alejándose cuando cumplan su propósito. Sentí con toda mi historia que una bruja es un don del alma, que nos conecta con nuestro poder, que sale de lo más profundo de nuestro ser, que no se acaban las temporadas de sombra y que la luz que vamos reconociendo nos ayuda a defender nuestra esencia. 

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Hoy es un halago llamarme “bruja” porque hoy reconozco completamente que  soy dueña de mi poder y del amor, un estilo de vida que vive en mi.